La Magia del Entusiasmo


El entusiasmo no se ve ni se toca.
No se ve, no se toca. Pero se siente. Es como una energía que nos llena, nos moviliza, nos activa, nos quita el sueño y nos acelera. Nos vuelve distraídos y nos hace hervir la sangre. Si hasta parece que el corazón va a salirse por la boca: el entusiasmo es así, casi imposible de describir. Sin embargo, está y hasta se hace manifiesto en el cuerpo, a través de sensaciones que no tienen nombre específico. Es una combinación de motivación y optimismo, que en parte es adquirida y en parte, aprendida. Dicen que es posible desarrollarlo y que se identifica como una fuerza no intencional, aunque claramente propia.

Es que como emoción en sí misma, el entusiasmo no está descrito. Se trata de una combinación de dos estados anímicos: la motivación y el optimismo. El optimismo permite al hombre creer que aquello que desea es posible de lograr y la motivación, es lo que lo mueve a buscar sus objetivos, cuando anhela el premio que estos objetivos implican. El entusiasmo supone un estado anímico que impulsa a la acción.

Cosquillas en la barriga, mariposas en el estómago o “un algo en el pecho” que no podemos explicar. Es así: se trata de sensaciones inespecíficas y sin nombre propio que invaden el cuerpo del entusiasta cuando éste encara algún proyecto, por más pequeño que sea. Son manifestaciones orgánicas relacionadas con el bienestar. Se experimenta ansiedad positiva, tanto, que alguien entusiasmado, aunque habitualmente no lo registre, libera sustancias químicas como endorfinas u opioides que aumentan el estado de bienestar.

Pero bien: ¿de qué depende ser más o menos entusiastas?. El entusiasmo tiene que ver con el temperamento, que lo traemos al nacer, y con los aprendizajes realizados en nuestras vidas. A esa base debe agregarse la situación vital actual, la calidad de vida y las expectativas razonables de la persona. No existen diferencias de género entre entusiastas mujeres y varones. Tampoco difiere por la edad de la persona.


Aunque el entusiasmo puede ser oscilante en el transcurso de nuestras vidas, la tendencia de base es bastante estable, con lo cual, aún en condiciones difíciles, la persona entusiasta intentará encontrar las mejores respuestas a la demanda de la situación, aumentando las posibilidades de éxito.


“Es una virtud que se puede alcanzar motivando el querer: si el deseo es suficientemente grande, cualquier obstáculo se vuelve pequeño”. “Todos tenemos un gigante interior que no sabemos cómo despertar”. “El sentimiento no se sujeta a la razón sino a la acción, por eso hay que ponerlo en marcha ya y hacerlo ya. Los estados de ánimo acompañan a quien se moviliza. Para entusiasmarse, precisamente hay que apropiarse del entusiasmo y transformarlo en acto”.


Retrato de un entusiasta



Una persona entusiasta es ante todo alguien que no especula, que no se mide, que se entrega. Al punto tal que se deja ganar por un impulso interno en contacto con algún estímulo externo; una persona tan generosa que ni siquiera importa la calidad del objeto (que puede ser mínimo) y sin embargo, es causa suficiente para que el/la entusiasta se encienda y contagie a los demás con su propio fuego. El entusiasmo habla del derecho a apasionarse por lo que sea, y de ser libres para volcarnos al mundo, según nuestro propio modo.

“El entusiasmo es el camino subjetivo para acceder al sentido, el punto de nieve, la ebullición que nos cocina y realiza”.Alejandro Rozitchner

Frente al entusiasmo están los escépticos o los indiferentes, que no están cargados de esa energía y creen que siempre están de vuelta. Son los que están tristes, los pesimistas o los faltos de deseo. Necesitan algo que los apasione, un proyecto que no los deje dormir, que los vuelva distraídos, los motive y les dé sentido. A veces la pasión es la pareja, la ciencia, la literatura, la música, la política, el deporte, el trabajo, o el estudio.

“Lo importante del entusiasmo es que es un fin en sí mismo, es decir, que es el entusiasmo mismo el que te da la felicidad, no que ella deriva del fin al que el entusiasmo se dirige”.

Ser Espontáneo


¿Quién no quiere ser espontáneo y auténtico? ¿Quién no ha sentido en el paso a la vida adulta una cierta pérdida de frescura y candor? Es el tema de la niñez perdida del cuento de Peter Pan o, en cierta forma, del mito de la expulsión del Paraíso.
Recuperar la espontaneidad de la persona. Esto resume en gran medida todo el planteamiento. Hay que precisar qué se entiende por espontaneidad. Hay una acepción popular de ''espontaneidad'' y de ''autenticidad'' que parece tener que ver más con la excentricidad que con otra cosa. A veces se dice que alguien es muy ''auténtico'' cuando es raro, o cuando hace lo que le da la gana sin tener en cuenta su entorno. Hay gente que se tiene por espontánea porque es capaz de montar un numerito en cualquier circunstancia.
Ser uno mismo y comportarse con naturalidad, sin depender de opiniones ajenas, es el mejor abono para la autoestima y la realización personal. Eso es ser espontáneo.

Pero ser natural en un mundo donde todo está reglado resulta cada vez más difícil. Contra la pérdida de la propia identidad y la frustración, la espontaneidad es el gran antídoto.

El encanto de lo espontáneo tiene mucho predicamento en el terreno sexual. Desgraciadamente, en el día a día, la falta de tiempo es uno de los peores enemigos de la espontaneidad. Si miramos la agenda de cualquiera de nosotros, encontraremos pocos huecos vacíos. La mayoría de las personas llevamos una vida muy ajetreada y repleta de actividades −en su mayoría, tareas y deberes domésticos, profesionales, familiares, sociales... Tenemos que aprender a encontrar esos huecos, aunque, inicialmente y contradictoriamente, supongan una cierta planificación.
Mis momentos de espontaneidad me resultan bastante memorables: descubrimientos con mi pareja, juegos con amigos, sentimiento de fluidez con la música, algún insight1 leyendo un libro que me interesara... En todos ellos he podido tener un sentimiento de ser espontáneo, de que lo que hacía ''me salía'', y resulta muy curioso, porque aunque han sido momentos de sentirme muy auténtico y acertado, al mismo tiempo era como si la novedad que aparecía llegara de otro ''lado'' que no tuviera que ver nada conmigo. La fascinación por la incertidumbre de la vida tiene que ver con esto.



1 El "insight" es la capacidad de darse cuenta, es tomar conciencia en forma súbita de una realidad interior, que normalmente había permanecido inconsciente. Es un poco como la "palmada en la frente". Es una nueva comprensión, que conlleva normalmente cierta emocionalidad.

Ser Auténtico


Ser auténtico significa que conscientemente persigues el propósito de tu vida, usando tus talentos innatos. Esto genera una mayor sensación de felicidad, salud y plenitud.

La autenticidad es un proceso en el cual tenemos en nuestras manos la oportunidad de despertar y animarnos a explorar nuestro brillo individual.

Ser auténtico es compartir quién eres y lo que ofreces, con agrado y naturalidad. Todo lo que hacemos, debe ayudarnos a lograr nuestro pleno potencial, a “Ser” nuestro Yo Auténtico. Estos aspectos de “ser” y de “hacer” deben converger en nuestra vida: debemos expresar lo que somos, en lo que hacemos.

Las personas que persiguen su camino auténtico están más motivadas, enfocadas y energizadas. Para ellas es más fácil tomar decisiones y están más comprometidas de manera natural con lo que hacen, ya sea en lo personal o en lo profesional.

¿Cómo sería tu vida? ...Si estuvieras manifestando completamente tu visión personal, propósito y valores en cada aspecto de tu vida: personal, familiar relaciones interpersonales, profesión, etc.?
Seguramente lo diferente sería mayor libertad, más creatividad, menos miedos, mayor auto-aceptación, más alegría, más prosperidad y más amor.

En nuestro mundo tan movilizado, cuando se trata de encontrar satisfacción duradera en la vida, abundan las cosas que nos distraen de todo lo que es auténtico y verdadero.

¿Si este fuera el último día de tu vida, podrías decir que has vivido plenamente? ¿Podrías honestamente decir que usaste tu tiempo, tus dones y tus talentos; sensatamente y en servicio de alguien o algo más allá de ti?






Amar, perder, reconstruir (4)



Con más libertad, con menos tiempo, y con mayor diversidad que generaciones precedentes hoy vivimos nuestras relaciones con nuevos desafíos y contradicciones, con oportunidades y complicaciones que hacen de este tipo de vinculamiento un aspecto central de la vida de una gran mayoría de personas alrededor del mundo.

Básicamente en una relación de pareja se establece un lazo afectivo entre dos personas en el cual existe un profundo y distinguible sentimiento de exclusividad. Este sentimiento de exclusividad se experimenta normalmente como placentero y acompañado de una representación mental en el que nos reconocemos a nosotros mismos como un ser humano especial y único para el otro en la relación.

La búsqueda de un compañero afectivo es parte de nuestro comportamiento innato y, en este sentido, no sólo tiene importancia en la biología de la reproducción. La psicología moderna ha encontrado suficiente evidencia que demuestra que las personas que tiene pareja son más sanas, viven más años y en mejores condiciones que aquellos que viven solos.

El vivir en pareja conlleva un sentido psicológico muy profundo relacionado con la identidad personal y la satisfacción de necesidades de filiación, permite ampliar los límites de la conciencia y enriquecer y expandir nuestro mundo afectivo. La pareja es un referente emocional único que aporta a la identidad de las personas y al sentido de continuidad existencial en cada uno de nosotros. La necesidad de vincularnos afectivamente como adultos tiene una estrecha relación con nuestra tendencia de vinculamiento al inicio de nuestras vidas.

Psicológicamente hablando, una relación de pareja provee de un espacio de desarrollo personal insustituible dada la intensidad y la calidad de las emociones que en ella se desencadenan. De hecho, cuando iniciamos o terminamos una relación surge en nosotros una diversidad de tonos emocionales tanto agradables como desagradables que no se sienten bajo ninguna otra circunstancia existencial.

Las tonalidades emotivas que se puedan experimentar dependen de cuáles son las necesidades, las motivaciones y las expectativas que ponemos en la relación. Por lo general, las personas pueden estar en búsqueda de seguridad, de confirmación, de protección o simplemente de cariño, o tal vez la combinación de algunas de estas. En definitiva, lo más importante en una relación es el modo en que nos sentimos y nos vemos a nosotros mismos en ella. Es decir, más allá de quien sea la persona con la que estamos, es el modo en cómo nos sentimos con ella lo que define la relación, su calidad y su duración.





Amar, perder, reconstruir (3)




Cuando nos involucramos en una relación de pareja establecemos una serie de reglas y compromisos más o menos inconscientes. El modo en que nos relacionaremos con la otra persona, si seremos o no puntuales, cuánto espacio de libertad dejaremos para nosotros y cuánto nos pedirán, quién manejará la relación, cómo se tomarán las decisiones importantes, cuáles son los límites para quienes están fuera de la pareja, son todos aspectos que van definiendo a la relación y a quienes forman parte de ella.

Para algunas personas el único modo de sentirse enamorados y comprometidos en una relación es sintiendo la completa seguridad de que son el ser humano más importante en la vida del otro, el más importante, a veces lo único verdaderamente importante en la vida de su compañero(a). Otros, en tanto, deben asegurarse un espacio de libertad y de cuidado antes de vivir una relación con más plenitud, es como si el compromiso fuera tolerable sólo en estas condiciones. Otros, aquellos que viven obsesionados con el abandono y le temen al rechazo podrían pasarse la vida entera sin comprometerse para evitar la pérdida y, si lo hacen, probablemente tendrán esta misma sensación con más frecuencia de lo que desearían.

En la relación de pareja las personas tenemos la oportunidad de conocer a fondo a ese ser humano que es nuestra compañera afectiva y, quizá más importante, tenemos la oportunidad de saber mucho más sobre nosotros mismos al experimentar e indagar en el complejo mundo afectivo que se despliega en ese círculo especial de intimidad en el que se desenvuelve la relación.

La búsqueda de un compañero afectivo impone una serie de tareas las que la mayor parte del tiempo son asumidas de un modo inconsciente. Después de esa química inicial, que muchas personas describen como inmediata, las personas se disponen para conocer más a fondo a él o la candidata. Es frecuente que en esta etapa, cuando iniciamos una relación de pareja, junto con la ilusión, la alegría y el misterio de la seducción puedan surgir sentimientos de inseguridad o de temor. Muchas personas, por ejemplo, necesitan estar completamente seguras de que no recibirán un rechazo para abrirse y mostrar sus sentimientos. Otros, en cambio, pueden desplegar un complejo repertorio de pruebas para "testear" al compañero.

Una relación de pareja impone, al igual que muchas experiencias humanas, un desafío a la propia identidad. Es un desafío por cuanto ésta nos obliga no sólo a reorganizar nuestro modo de hacer las cosas, sino porque además produce cambios en el modo de sentir y de sentirnos a nosotros mismos.




Amar, perder, reconstruir (2)




El funcionamiento de una relación de pareja implica una coordinación entre quienes la conforman, es una "sintonía" muy sutil en la que están coordinados aspectos como las emociones, ritmos psicofisiológicos, expectativas y comportamientos. Cuando esta coordinación se pierde la pareja comienza a experimentar conflictos. La coordinación en la pareja no es una simetría entre las personas que la conforman, no se trata de que ambos miembros de la pareja funcionen del mismo modo. En realidad el concepto alude a un modo de relación en el que cada uno puede ser el que es y, que, en este ser el que se es aceptamos y somos aceptados, respetamos y somos respetados como seres humanos legítimos, únicos, especiales. Visto así la coordinación tiene que ver con la capacidad que tenemos de ver al otro en su dimensión humana, sin idealizaciones ni descalificaciones. Para ello debemos saber distinguir nuestro comportamiento del otro, diferenciar el propio mundo interno del funcionamiento de nuestra pareja; conocer nuestro modo de sentir para comprender cómo nos afecta el modo de ser de nuestra pareja. Esto es uno de los aspectos más sorprendentes y enriquecedores de una relación: todo lo que podemos aprender sobre nosotros mismos al vernos en ella. En efecto, cuando estás en una relación y si te tomas el tiempo de ver con cuidado, podrás encontrar un camino que te llevará a tu mundo interno y en él verás aspectos de ti mismo que te sorprenderán, es un camino de autodescubrimiento, una senda hacia la autoconciencia.

La coordinación en la pareja no es una condición estable, rígida o congelada. Como en toda relación se producen oscilaciones, discrepancias y desbalances que desafían a la pareja y a su identidad, a la vez que promueven el cambio y la evolución de la relación.

Cuando las discrepancias superan la capacidad da la pareja para mantenerlas dentro de márgenes aceptables y ya no es posible integrarlas dentro de los límites propios de su identidad surgen conflictos más serios, verdaderas crisis de pareja.




Amar, perder, reconstruir (1)




Una pareja en crisis no es necesariamente una relación que termina. Es un momento que evidencia que el modo en que los miembros de la pareja se han estado relacionando ya no provee de una sensación de plenitud y felicidad, esto debido a que el modo en que nos sentimos en la relación ya no es el mismo de antes. Podrías sentir que no eres lo más importante en la vida de tu pareja, o que donde habías encontrado seguridad y cuidados hoy sientes desprotección. En el fondo, el modo en que te ves a ti misma (o) en esa relación ya no te hace sentido o desafía groseramente tu propia identidad personal.

Una revisión de la relación ha de ponerse en marcha antes de tomar decisiones que marcarán nuestras vidas para siempre. En ella la pareja deberá buscar el modo de comprender los factores que están generando la descoordinación, analizará el camino recorrido y pondrá las cartas sobre la mesa con honestidad y confianza con el fin de reencontrarse en una relación que ha de experimentar una evolución necesaria. En otras palabras, debemos comprender que las parejas van experimentando cambios que son producidos, entre otras cosas, por niveles crecientes de compromiso, por la llegada de los hijos, por cambio en las motivaciones y expectativas de cada uno de los miembros de la pareja que - obviamente - son personas que siguen en evolución. Las relaciones de pareja cambian y nuestra habilidad de percibir las necesidades del otro y de ver lo que nos ocurre pude ayudarnos a seguir en ellas. Si no somos capaces de generar los cambios necesarios, entonces probablemente, esta será una crisis que la pareja no podrá superar y pronto sobrevendrá la tristeza y la angustia de la separación.

En síntesis, a la hora de la crisis esta puede ser vivida como una oportunidad de cambio o bien como un estancamiento inútil que nos pondrá de vuelta en la senda de la soledad, el vacío y/o el sinsentido.