Amar, perder, reconstruir (1)




Una pareja en crisis no es necesariamente una relación que termina. Es un momento que evidencia que el modo en que los miembros de la pareja se han estado relacionando ya no provee de una sensación de plenitud y felicidad, esto debido a que el modo en que nos sentimos en la relación ya no es el mismo de antes. Podrías sentir que no eres lo más importante en la vida de tu pareja, o que donde habías encontrado seguridad y cuidados hoy sientes desprotección. En el fondo, el modo en que te ves a ti misma (o) en esa relación ya no te hace sentido o desafía groseramente tu propia identidad personal.

Una revisión de la relación ha de ponerse en marcha antes de tomar decisiones que marcarán nuestras vidas para siempre. En ella la pareja deberá buscar el modo de comprender los factores que están generando la descoordinación, analizará el camino recorrido y pondrá las cartas sobre la mesa con honestidad y confianza con el fin de reencontrarse en una relación que ha de experimentar una evolución necesaria. En otras palabras, debemos comprender que las parejas van experimentando cambios que son producidos, entre otras cosas, por niveles crecientes de compromiso, por la llegada de los hijos, por cambio en las motivaciones y expectativas de cada uno de los miembros de la pareja que - obviamente - son personas que siguen en evolución. Las relaciones de pareja cambian y nuestra habilidad de percibir las necesidades del otro y de ver lo que nos ocurre pude ayudarnos a seguir en ellas. Si no somos capaces de generar los cambios necesarios, entonces probablemente, esta será una crisis que la pareja no podrá superar y pronto sobrevendrá la tristeza y la angustia de la separación.

En síntesis, a la hora de la crisis esta puede ser vivida como una oportunidad de cambio o bien como un estancamiento inútil que nos pondrá de vuelta en la senda de la soledad, el vacío y/o el sinsentido.


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